En tiempos de crisis no vale con montar un bar o una tienda de ropa, se pueden arruinar en cuestión de meses o semanas. Hay que innovar, ser emprendedor implica tener buenas ideas si quieres que tu negocio triunfe. Para ello debes apostar por negocios que no existen todavía o de los que haya repentinamente mucha demanda. Puede fracasar o puedes hacerte rico en un par de años.
Uno de los pocos negocios que están resultando productivos en estos últimos años es la cría de caracol, o dicho de otra forma, la helicicultura. Muchos emprendedores están optando por unirse a esta nueva corriente y montar su propia granja de caracoles. La inversión no es muy elevada, pero la rentabilidad tarda en llegar un tiempo.
El caracol está siendo un producto revolucionario por sus propiedades alimenticias, sanitarias y gastronómicas: su carne es apreciada en muchos lugares como alimento, y cada vez está expandiéndose más sus fronteras y dándose a conocer por todo el mundo; sus babas se utilizan desde hace unos años como un “nuevo producto milagroso” por sus propiedades regenerativas naturales y sus huevos comienzan a comercializarse desde hace poco como un nuevo tipo de caviar.
La demanda es cada vez más ingente y la producción todavía escasa para suplirla. Los agricultores se dedican desde hace mucho a su recolección y venta, pero la cantidad resulta insuficiente. Hace falta cierta profesionalización del sector para cubrir la demanda que surge, sobre todo, de la restauración.
Se necesita una parcela de unos 300-400 metros y controlar la temperatura y el alimento de los caracoles. La explotación puede ser intensiva (en invernaderos) que es más productivo pero a su vez más caro; o extensiva (al aire libre) que supone una inversión menor pero es menos productivo.
Muchos jóvenes y mayores emprendedores se han lanzado ya a esta iniciativa y cuentan que no les está yendo nada mal. Incluso desde el Ministerio de Cultura se ha puesto a la venta un libro que da a los usuarios nociones básicas para poder montar su propia granja de caracoles.
¿Los caracoles son el futuro? Aún no es seguro, pero al igual que con los móviles que nadie apostaba por ellos en un inicio, puede llegar a darnos una sorpresa.